miércoles, 28 de diciembre de 2011

MI MADRE



A los 90 años

Mi madre ya es capaz de predecir el tiempo. Ya le advierten sus
huesos cuando avecina el norte. Ya aprendió a calcular velocidad y
distancia como si fuera Einstein y no podemos mentirle cuando en el
viaje a casa, decidimos de pronto inventar una escusa. Meteoróloga
entonces, no sólo nos advierte, nos protege del clima, de la lluvia y
del viento. Sabe si va a llover, si sólo hay nubarrones o cuanto será
calor si sólo hay resolana. Calculista de todo, sabe hacer bien sus
cuentas y vigilar sus gastos y administrar su casa.

Mi madre, es un ejemplo de lucha y voluntad. Siempre ha sido
valiente, decidida… y mujer. Ahora ya reza siempre y se subleva a
veces por no poder hacer lo que dice ha hecho siempre. Le dificulta
andar pero con sus bastones se sostiene y lo hace. Ya le duelen sus
piernas. No puede caminar largas distancias, pero camina mucho en
su pequeño espacio. Se esfuerza por poder y ya se cansa siempre y
no se sienta nunca. Se sigue levantando antes de amanecer porque
le gusta estar presente cuando aparece el sol y le manda sus rayos,
luego se muestra huraña cuando empieza el calor y el aire se
calienta. A las 12 se baña, todos los días de año, como retando al
agua que no refresca mucho. Por las tardes descansa y se queja del
tiempo y de la mala memoria que padecen sus hijos.

No la he visto doblarse, tiene inmenso valor y pelea por la vida. Ya
camina encorvada y se apoya en nosotros, sin darse cuenta a veces,
que ahora somos nosotros los que nos vamos apoyando en ella, como
siempre.

Cuando se fue mi padre, en medio del dolor y la tristeza, ella estaba
enojada. Me dijo que de novios, él había prometido que al llegar al
final, ella se iría primero, a efecto de que él continuara con todo. La
vida, no les cumplió el deseo y hoy, cuando un cuarto de siglo nos
separa de entonces, ella asumió el papel que le confió mi padre y
completó la tarea de hacernos hombres de pan y mujeres de cristal
y de acero.

Hoy que ha pasado el tiempo, nuestra madre persiste, y en
momentos subsiste y aunque nunca lo diga, yo se que está orgullosa,
de ella y de nosotros. Nos sigue regañando cual si fuéramos niños.
No sabe que crecimos, no cree que maduramos y ahora orienta a sus
nietos aunque sean otros tiempos y ella va muy serena disfrutando
su vida.

Hoy se llena de risas y sigue en la batalla. Hoy está con nosotros,
nos enseña a vivir y aprendemos de ella. Ella reza por todos y nos da
bendiciones, al tiempo que jalones. Es mi madre, doctora, calculista,
mujer, astrónoma, filosofa, curandera del alma, es la que sabe más
de la vida y de las cosas, sabe de medicinas y de amor y de lágrimas,
ella nos reconforta y nos cuida. Es la única que puede con sólo una
sonrisa, acariciarte el alma y jalarte la rienda.

Ella es la que mejor sabe, cuanto importa el amor para seguir
viviendo.

Tierra Blanca, Ver, marzo 25 de 2009.

PD. El pasado 10 de junio de 2011 mi madre, nuestra madre, nuestra guía y nuestra amiga,
abrió las ventanas del alma para que entrara la luz. Tenía 92 años de vida y fue mi madre 70 años felices. Bendita sea.

EDICTO

Próximo a cumplir 70 años de vida y más de medio siglo de escribir poesía, DECLARO que cuando llegué a este mundo la POESÍA ya estaba ahí, también el AMOR. Se encontraba en el sentimiento, en alma humana, en la naturaleza, en la imaginación y en la emoción del Poeta. Que lo único que he hecho con la poesía, es descubrirla y describirla, expresarla, depurarla y aunque sea en una mínima parte: re-crearla.

Que como poeta no he inventado nada, ni el sentimiento, ni la belleza, ni la lágrima, ni el beso. Que sólo aprendí  a mirarlo todo con los ojos del alma y con la transparencia de mi curiosidad. Que el amor y el dolor siempre llegaron juntos y que yo amorosamente los separé.

DECLARO que la poesía existe, ha existido y existirá siempre. Que también los poetas. Que igual la sensibilidad. Que en todos los procesos de la vida y de la muerte es posible hallarla viva, que solamente es preciso someterla al crisol de la pureza para hacerla sentir con palabras en cada una de las  vidas que nos leen.

Que yo no he hecho otra cosa que buscarla afanosamente, entenderla y luego pretender que todos la adviertan, la admiren, aprendan a encontrarla y que luego intenten poseerla. La poesía está ahí, vive en todos nosotros y en todos ustedes. Leer poesía es una forma de rezar; escribirla es al cabo, una misma manera de amar.

Ayudemos a todos nuestros semejantes, a los buenos, a los malos, a los negros y a los blancos, a que la descubran, la lean y luego la vivan. La poesía nos hará entonces mejores seres y los poetas viviremos por siempre!

Ciudad de México, noviembre 15 de 2010